Usuário convidado
14 de abril de 2024
Voy a intentar ser lo más objetivo posible, para lo bueno y para lo malo. Lo mejor, el entorno, una maravilla a solo una hora de la capital. La comida, para ser tipo bufé, hay que reconocer que estaba casi todo espléndidamente cocinado. La pena, TODO FRIO. Los expositores de comida estaban apagados, y no mantenían la comida caliente, así que a los 5 min de sacar la comida de la cocina, estaba toda fría. El personal, aunque había gente algo seca, me quedo con los que eran maravillosos y te atendían a cada momento con una maravillosa sonrisa. Mil gracias a ellos. Lo peor. Reabrir un negocio a medio terminar. Desde la propia entrada a la finca, en obras. El acceso al edificio, por una puerta lateral porque la entrada principal está en obras. Por dentro, el edificio está todo a parches. Las habitaciones igual, un desastre, lo siento. El “spa”, es una simple piscina con algún chorro y alguna burbuja. Y para terminar, lo de siempre, si se permite el acceso a un “balneario” a grupos con SEIS niños, el spa/balneario se convierte en un hotel con piscina, donde chapotear, jugar y tir**** a bomba, lo normal cuando hay peques. Cuando un cliente hace una búsqueda de un balneario, busca un concepto. Relajación, paz, tranquilidad. Pero si hay niños en bici por el comedor, padres jugando con ellos por todas las instalaciones, se mata ese concepto de balneario. En global y en resumen, este es un local de tres estrellas muy justitas. No voy a desaconsejarlo, pero siento decir que yo no repetiré.
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