raquelno
30 de agosto de 2022
hotel es sencillo y precioso. Las vistas son excepcionales desde la habitación. El buffet exquisito con varios pasteles y bizcochos, panes diferentes, entrantes salados, huevos, tostadora, fiambre, tomates, mermeladas, zumos... El restaurante precioso con ventanales desde los que entra el valle y la montaña y los asientos comodísimos y preciosos en terciopelo azul. Las habitaciones también gozan de estos ventanales. Es mejor aquí que en Innsbruck, no hay un ruido y si te gusta el tirol es mucho mejor para disfrutarlo que en Innsbruck que no deja de ser ciudad. Fue un gran acierto. Tiene una pista que lleva agradablemente a una aldea, rodeado de picos montañosos asombrosos. La habitación muy espaciosa, limpia y cuidada, con dos espacios separados a modo de apartamento. El baño separado. Las puertas no hacen el menor ruido. Las camas de gran calidad, el sueño de gran calidad. Lo malo que no tiene una nevera. Las zonas comunes no tienen grandes adornos pero su sencillez es muy acogedora. A Innsbruck se llega enseguida y es facilísimo. Tiene WiFi. El personal muy amable y servicial. Cenamos una noche y la cena muy rica, aunque solo había platos de pasta. Para nosotros fue caro pero es que todo es carísimo en la zona.Má
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